viernes, 12 de septiembre de 2008

NERVIOS A LA PUERTA DE LA CATEDRAL

Después del episodio peluquería (y mi parte de episodio peluquería, que casi no llego a la boda) me fui corriendo a La Catedral para la boda. Como a Carmen la peinaba Clara, mi peluquera, yo iba después que ella a la peluquería, por lo que tendrían que peinarme a las 11.30, con lo que se estimaba que a las 12 o 12.15 podría estar fuera. No estaba fuera a esa hora, al final terminé saliendo corriendo casi a las 12.30 con el reloj tictac, tictac, qué stress!!!! Salí peinada y con los ojos pintados de la peluquería, el resto no, porque no me daba tiempo. Bueno, el caso es que me fui volando a casa, aparqué el coche en la calle de al lado para salir zumbando y en veinte minutos me vestí, me extendí el maquillaje como pude y salí corriendo. Aparqué el coche en el parking de Gascona, me puse las sandalias de taconazo, salí corriendo, pisé mal y zas, la sandalia a tomar vientos. A todo esto las 13.20 horas, la boda era a las 13.30, madre mía, que no llego. Salgo corriendo descalza, con las sandalias en la mano y vuelvo al coche a ponerme los zapatos más planos, los que llevaba para la fiesta (gracias a dios que los tenía), tic, tac, tic, tac, madre mía, las 10.25. Menos mal que en ese episodio con tacones en la mano no me vió nadie, o al menos nadie me grabó.


Yo pensaba que Carmen se retrasaría, pero me había insistido en que a las 13.40 en punto estaría allí, los diez minutos exactos de retraso que tiene que llevar la novia, y aunque ella no es muy puntual, parecía que iba en serio. Por dios, corre que te corre y la que no iba a llegar era yo. Cogí la calle Gascona hacia arriba, después la calle del Águila, todo cuesta arriba, qué sofocón. Llego y me encuentro de frente con Chusina, menos mal, había llegado por fin. De Chus os tengo que hablar luego con más calma, es la cuñada de Marcos y Carmen, la novia de Víctor, el hermano de Marcos, una chica majísima, ya quisiera yo tenerla de cuñada. La conocí en la despedida de soltera de Carmen pero ahora ya la quiero como una amiga más. Pero Chus merece un episodio entero, ya os hablaré de ella, el caso es que a las 13,30 en punto, pero había llegado, y lo más importante, antes que la novia. En seguida se acercó Marcos, el novio, que iba guapísimo y que en ese momento estaba bastante tranquilo, todo hay que decirlo.


De pronto vemos llegar un Audi al fondo, ya llega la novia, qué nervios!!!!! Yo me moría por ver a mi nena vestida de novia, seguro que estaba guapísima, crecían los nervios, allí estábamos todos alrededor. Carmen venía acompañada por Javier, su padre y padrino. Sin duda el padre de Carmen también merece una capítulo aparte, por lo majo y genial que es (de hecho su hija es exactamente igual que es), pero salvo por el hecho de que se fue a saludar a no sé quién y dejó a la novia allí plantada sola durante unos momentos, la verdad es que lo hizo realmente bien. Además el pobrecillo estaba muy nervioso y muy serio, se le casaba su niña y era un día realmente importante en el que todo tenía que salir bien.




Todos estábamos espectantes para ver a la novia. Como no había soltado ni un solo dato, yo personalmente desconocía todo a excepción del peinado, no sabía como era el vestido, ni el ramo, ni nada de nada. Seguro que estaría guapísima, pero en ese momento nos podía la incertidumbre,
eran momentos intensos, todos atentos cámara en ristre para ver a Carmen guapísima y radiante, vestida de novia. Estaba espectacular, tan bella y maravillosa como es ella pero muchísimo más aún. Y por encima de todo estaba su sonrisa radiante que nos regalaría durante todo el día, disfrutando cada segundo de su boda, de ese día irrepetible y fantástico que compartieron con nosotros y que todos recordaremos con cariño. Fue una boda realmente preciosa, llena de detalles, hecha con mucho cariño y en la que todos disfrutamos muchísimo.



La novia salió por in del coche, estaba radiante, sencillamente maravillosa, espectacular, no
existen adjetivos suficientes para definirla. Posó ante nosotros con su maravillosa mantilla blanca y su vestido de boda, muy estilo Carmen, sencillo y a la vez precioso. Era necesario gritarla lo que se merecía: "Guapa, guapa, guapa"







Ya estaban a las puertas de la Catedral, el cortejo nupcial tenía que entrar dentro del templo y seguirían los momentos intensos de los que os hablaba antes. Probablemente no duraron más de cuatro o cinco minutos, de hecho yo enseguida entré para ver llegar a Carmen del brazo de su padre al altar, pero fueron minutos intensísimos, cargados de emoción, los disfrutamos como si hubiesen durado mucho más que unos simples minutos. Con muchos nervios, pero también con muchísima alegría. El pobre Marcos no sé cómo los viviría desde dentro del altar, lleno de emoción, espectante, intenso, con muchos nervios.



El cortejo nupcial se preparaba para entrar en La Catedral, Carmen iba radiante, guapísima, llena de luz. Nos toca entrar dentro para verla llegar y seguir viviendo intensamente cada segundo.




Continuará...

No hay comentarios: