domingo, 21 de septiembre de 2008

LOS ÚLTIMOS MOMENTOS EN LA CATEDRAL


Nuestros dos tortolitos, Carmen y Marcos, ya se habían convertido legalmente y ante los ojos de Dios en marido y mujer, pero la ceremonia aún no había terminado, aún quedaban muchos detalles llenos de emoción, como el resto de los momentos vividos hasta entonces. Sin duda lo mejor de la boda de Marcos y Carmen fue que de principio a fin estuvo destinada a que la gente la disfrutara, y eso sin duda se notó mucho. Ya dije antes que lo mío no son las bodas, y sin embargo con ésta disfruté más que con ninguna, aunque conociendo a Carmen de toda la vida, y después a Marcos, que hace juego con ella en cuanto a detalles se refiere, no podía ser de otra forma. Ellos disfrutaron cada momento, estaban realmente radiantes y totalmente felices, por eso en las fotos que nos quedan de ese día y en nuestros propios recuerdos aparecen con un halo especial, el que ellos mismos tienen y que supieron transmitir a su boda. Muy emotivo fue el momento en que los padres de Marcos y los de Carmen se subieron juntos al altar para leer un precioso relato dedicado a sus hijos, con el pequeño despiste de la madre de Marcos al leer el nombre de éste y decir María, pero que sin duda fue el punto más gracioso de toda la ceremonia. No tengo fotos de ese momento, porque ni tenía ángulo ni buena luz donde me encontraba, por lo que no puedo colgaros una foto. Lo que sí puedo es colgaros la foto (tampoco con buena luz pero al menos la tengo) del momento en que Carmen y Marcos se dirigieron a todos los que estábamos allí presentes y nos dieron las gracias por compartir el día de su boda con ellos. Los que tenemos que dar las gracias somos nosotros a ellos, por hacernos partícipes de esa boda maravillosa, llena de detalles y de cariño, una boda única que solamente ellos podían llevar a cabo.


Una vez finalizada la ceremonia propiamente dicha todavía nos quedaba un buen rato dentro de la Catedral. Primero de todo, los flamantes esposos debían estampar su rúbrica para legalizar el acto de amor y de lealtad que se habían jurado delante de Dios. Desde ese momento ya quedaba constancia documental de que nuestros dos queridos amigos ya eran oficialmente marido y mujer. Ay, qué guapos!!!!! y qué emocionados estábamos todos. Yo seguía de reportera dicharachera de Barrio Sésamo, haciendo fotos por doquier, pero con el rímel de nuevo en los tobillos, y encima sin kleenex porque en los bolsos de boda nunca cabe nada. Pero sobre todo, era maravilloso contemplar la cara de felicidad que tenían Carmen y Marcos, reflejo de la felicidad y el amor que llevaban ya compartiendo varios años y que en ese día tan romántico e importante de sus vidas afloraba en cada instante. Porque cuando uno es feliz como ellos lo eran ese día, se refleja en la cara y es imposible intentar siquiera ocultando.



Después de las pertinentes firmas, tocaban las pertinentes fotos en las que los novios posan solos o con sus invitados, pero en cualquier caso exultantes de felicidad. Carmen estaba bellísima, simplemente maravillosa frente al altar mayor. Estaba tan tremendamente guapa, que resulta imposible encontrar palabras para reflejar su belleza. Por ello, os dejo la foto para que la veáis vosotros mismos.




Tras la tradicional foto de la novia en solitario se unió Marcos, el flamante novio, ya recién convertido en flamante esposo de nuestra Carmencita. Estaban los dos guapísimo, exultantes de esa felicidad y esas ganas de disfrutar cada momento que exprimieron al máximo durante las muchas horas que duró la boda al completo y que sin embargo se hicieron tan cortas.


¿No me digáis que no estaba guapos y que no eran la más pura imagen de la felicidad?. Es que con fotos y con momentos así, simplemente sobran las palabras.






Después comenzó la sesión de fotos con los invitados: con la familia de la novia, con la familia del novio, con las amigas de la novia. Carmen, una vez más, totalmente cariñosa con todo el mundo y especialmente con nosotras, sus amigas, las que seguíamos allí revoloteando y disfrutando de aquellos momentos tan intensos, haciendonos una fotos con los flamantes esposos bajo el grito de Carmen que le dijo a la fotógrafa: "Yo quiero una foto con mis princeeeeesaaaas". Y allí nos pusimos todas radiantes. Tampoco tengo una foto de ese momento porque como yo estaba dentro de la foto, no podía seguir operando de reportera dicharachera, pero espero a que me la pasen con las fotos oficiales, y que algún día los novios completen este blog con las lagunas que vamos dejando en él.



Poco después empezamos a salir a la calle, aunque los novios seguían en el interior de La Catedral con la sesión fotográfica. Y fuera de la Catedral, no os podéis imaginar la que caía, no hacía más que llover, como si aquello fuera el diluvio universal, ya se podía ver a lo lejos a Noé juntando a los animales de dos en dos para subir a la gran barca. ¿Que no me creéis? Da igual, tengo fotos para atestiguarlo y que no estoy exagerando ni un ápice, y si no, juzgadlo vosotros mismos. Todos allí esperando, con un frrrrrrríiiiio, y la lluvia que la traía el viento hasta la entrada de La Catedral. Pero teníamos que esperar allí, porque nos faltaba uno de los puntos fundamentales de la ceremonia, la salida e los novios de La Catedral, en la que los invitados festejan y comparten con ellos su felicidad.



Y salir, por supuesto que salieron. A pesar de que nadie había llevado los huevos a Santa Clara como marca la tradición para que no llueva, la lluvia se portó bien. Sí que llovió, pero sólo mientras estuvimos dentro de La Catedral, y cuando los novios salieron, paró de llover. Además, creo que la lluvia es buena y estaba bien que estuviera presente en la boda de Carmen y Marcos, en primer lugar porque la lluvia es muy del norte, muy de Asturias, muy del Bierzo y muy de Galicia, muy de ellos por tanto; en segundo lugar, porque dicen que una pareja que se casa mientras llueve es una pareja fértil, y yo que queréis que os diga? aunque no sea su tía en cuanto a sangre se refiere, l@s niñ@s que Carmen y Marcos tengan en un futuro también serán mis sobrin@s sentimentalemente hablando, y yo estaré encantada de ser tía!!!!! En tercer lugar, si hasta la Leti tuvo su lluvia, mi Carmencita, que es la mayor princesita del mundo, también merecía tener su propia lluvia.



Carmen y Marcos cruzaron el umbral de las puertas de La Catedral, de nuevo bellísimos, radiantes, exultantes de felicidad, y dispuestos a cruzar todas las puertas de su vida juntos y felices. Y todos los que estábamos allí presentes, nos encontrábamos igual de exultantes y felices por compartir con ellos esos bellísimos momentos.






Continuará....

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